A propósito de la carta del 6 de diciembre firmada por el Sr. Director Técnico de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) debo expresar que todos conocemos los trabajos que realiza la institución en el tema de estas notas. Lo que se pone en observación es el manejo de la información, para no decir de manera directa que la quema de cañaverales fue mayor en 2024 que en 2023 (54.000 hectáreas contra 38.900, respectivamente). Esa es la realidad. Si bien es cierto que los inviernos fríos aumentan la masa combustible, también es cierto que el aumento de la quema de cañaverales en diferentes años demuestra que no solo la baja temperatura es la principal causante. Por ejemplo, entre 2015 y 2018 hubo un aumento sostenido de la quema (entre 28.535 a 86.500 hectáreas); luego de 2019 a 2020 hubo un incremento de 50.250 a 101.250 hectáreas quemadas, y entre 2021 a 2022 se pasó de 68.800 a 79.100 hectáreas. Un análisis estadístico de tendencia, aunque los datos son escasos, no indica precisamente una disminución sostenida sino más bien un comportamiento oscilante donde sin duda hay otros factores, como los culturales y económicos, que explicarían mejor la causante de las quemas. Pero mientras analizamos las quemas producidas, con estadísticas sencillas o avanzadas, que le decimos a los tucumanos cuando las mismas los dejan sin electricidad (LA GACETA, 19/09) o cuando hubo que evacuar una escuela en Río Colorado (15/08), ¿o la quema de una casa en Balderrama el 20/09? ¿Cómo les explicamos a los 3.976 alumnos que los médicos de la UNT encuestaron para conocer los efectos de la quema en 12 escuelas públicas ubicadas en Monteros, Leales, Banda de Río Salí, Tafí Viejo y Yerba Buena, que debido a la quema las partículas PM 2,5 (partículas fácilmente respirables) fueron mayores durante la zafra? ¿Y que estas partículas hicieron que aumentara el porcentaje de síntomas respiratorios (tos seca, opresión, silbidos, dificultad para respirar)? ¿Cómo explicarles a los niños (de entre 7 y 11 años) que por vivir cerca de lugares de quema tienen un 9 % más chance de tener dos o más síntomas respiratorios que los niños que viven en lugares alejados de la quema? No podemos seguir mirando al costado. Los datos del 38° Congreso Argentino de Pediatría (2017) y del 52° Congreso Argentino de Medicina Respiratoria (2023) son contundentes. Más aún, las mediciones de contaminación atmosférica que lleva a cabo el Laboratorio de Estudios Atmosféricos (Conicet - UNT) refuerzan que las partículas presentes en el aire que respiramos cada día superan los límites admisibles. El aumento de la quema de cañaverales en 2024 ha violado por lo menos cinco leyes (nacionales y provinciales). ¿Qué más hace falta para controlar, actuar y sancionar para que en serio podamos hablar de un Tucumán sustentable? Siempre se apela a que “todos los ciudadanos” debemos colaborar, sin duda, en este caso, un intento de socializar la desgracia pues culpables hay pocos y afectados muchos.

Juan A. González                                                                      

San Juan 158 - Lules